Aquel viento de primavera.
Era tan solo un sueño, un delirio que fluía como canícula de deseo en una tarde de primavera, era un viento fresco con jirones de debilidad, prometía el cielo con su azul unos matices tenues tatuando tu piel. Estabas allí, estoy seguro que estabas allí, donde se prodigaban tus labios, donde yo era viento tendido en tu lecho esperando embriagarme del fervor de tu reflejo, lentamente, suavemente, roce las dunas de tu piel, estabas allí, lo sé, como aquel viento de una recién llegada primavera, como un bosquejo de claridad prematura, sentía tu ternura hundiéndose en mí. Te juro que no podía saberlo no podía quebrar mi razón, quizás imprecisa mi mente alcanzaba otra dimensión, pero yo te sentía, en la árida asimetría de aquel solsticio, en lo más profundo de un amor que nacía, que nacía y crecía al tránsito de un viento en un sueño de primavera.