Fermento.
Cada flor de lis que sobre los años fue dejando aromas discontinuos y posadas sin jarrones me brindaron su belleza en las espirales pedidas de mi mente. Cada paso hacia tu destino, los estribillos de la desesperanzas desgranándose taciturnos por los rincones de mi desasosiego. Dije amor y se constituyo aquella inmensa locura, el fermento de toda la distancia que aun hoy sigue escapando entre los meandros de este rio menguante de felicidad. La espontánea cordura traspasando las puertas por donde se cuela la realidad, esa tirana señora que me prevarica el sufragio de mis sueños y me deja vendido al murmullo de la tiniebla del rencor. El deseo meridiano sin poderse descifrar, los dardos incontrolados se clavan en el sol y hacen tanto daño… daño sin control. Imagen Alexander Calcines MaKeichk