Arriesgándome.
Quisiera arriesgarme a escuchar a la esperanza rota que me susurra tu nombre en las noches de desdén, donde el tiempo se consume en suicidios ingratos que buscan tus ojos. Y es que, te cuelas en mis sueños, amedrentando tu ausencia como una campana nueva que replicase su grito para lanzar su custodia a los oídos ajenos y te busco en lo más profundo de mi sonámbula incertidumbre donde crece un lecho de magnolias de blanco inmaculado, que quisiera remover con mis manos para moldear tu figura, es tan difícil adivinar tus ojos... cuando ni siquiera se han hecho visibles a mi imaginación, esa que en mis sueños toma directrices de los vuelos de ansiedad en que has convertido las horas de mis días. Me estremezco abrazándote sin fondo que sacie mi síntesis de ti y en el naufragio de esta tormenta de ausencia, me aferro al espacio de una luna que lleva clavada tus ojos, tan lejanos como la sombra a la que me entrego en los silencios cargados de delirio por los que te recorro intentando llegar